11 dic 2008

1984. Orwell

1984, de Orwell. Recomiendo su lectura a quien aún no se haya acercado a este libro. Términos como "gran hermano", "distopía", "doblepensar" comienzan a darse cita en sus páginas.

La última obra de este gran escritor muestra la fase final de una dictadura totalitaria, un estado en el cual se prohiben los pensamientos propios, sobre todos los que van en contra de un pensamiento único dirigido por una élite. Es fácil e intuitivo pensar que no nos podría pasar, que nosotros no nos dejaríamos hacer tal cosa, y se podría empezar a discutir sobre ello. En realidad casi todo el libro es una fuente inagotable de debate, pero hoy sencillamente introduciré un fragmento sobre el modo utilizado para "lavar el cerebro" a los resistentes. Muestra un claro ejemplo de como se puede manipular la voluntad humana, el intelecto, por medio de maltratos físicos y psíquicos.



Somos débiles, lo creamos o no.

>Winston no podía recordar cuántas veces le habían pegado ni cuánto tiempo habían durado los castigos. Recordaba, en cambio, que en todo momento había en torno suyo cinco o seis individuos con uniformes negros. A veces emplearon los puños, otras las porras, también varas de acero y, por supuesto, las botas. Sabía que había rodado varias veces por el suelo con el impudor de un animal retorciéndose en un inútil esfuerzo por evitar los golpes, pero con aquellos movimientos sólo conseguía que le propinaran más patadas en las costillas, en el vientre, en los codos, en las espinillas, en los testículos y en la base de la columna vertebral.

A veces gritaba pidiendo misericordia incluso antes de que empezaran a pegarle y bastaba con que un puño hiciera el movimiento de retroceso precursor del golpe para que confesara todos los delitos, verdaderos o imaginarios, de que, le acusaban. Otras veces, cuando se decidía a no confesar nada, tenían que sacarle las palabras entre alaridos de dolor, y en otras ocasiones se decía a sí mismo, dispuesto a transigir: "Confesaré, pero todavía no. Tengo que resistir hasta que el dolor sea insoportable. Tres golpes más, dos golpes más y les diré lo que quieran".

Cuando le golpeaban hasta dejarlo tirado como un saco de patatas en el suelo de piedra para que recobrara alguna energía, al cabo de varias horas volvían a buscarlo y le pegaban otra vez. También había períodos más largos de descanso. Los recordaba confusamente porque los pasaba adormilado o con el conocimiento casi perdido. Se acordaba de que un barbero había ido a afeitarle la barba y a afeitarle al rape y algunos hombres de actitud profesional, con batas blancas, le tomaban el pulso, le observaban sus movimientos reflejos, le levantaban los párpados y le recorrían el cuerpo con dedos rudos en busca de huesos rotos o le ponían inyecciones en el brazo para hacerle dormir.

Las palizas se hicieron menos frecuentes y quedaron reducidas casi únicamente a amenazas, a anunciarle un horror al que le enviarían en cuanto sus respuestas no fueran satisfactorias. Los que le interrogaban no eran ya rufianes con uniformes negros, sino intelectuales del Partido, hombrecillos regordetes con movimientos rápidos y gafas brillantes que se relevaban para "trabajarlo" en turnos que duraban --no estaba seguro-- diez o doce horas.

Estos otros interrogadores procuraban que se hallase sometido a un dolor leve, pero constante, aunque ellos no se basaban en el dolor para hacerle confesar. Le daban bofetadas, le retorcían las orejas, le tiraban del pelo, le hacían sostenerse en una sola pierna, le negaban el permiso para orinar, le enfocaban la cara con insoportables reflectores huta que le hacían llorar a lágrima viva... Pero la finalidad de esto era sólo humillarlo y destruir en él la facultad de razonar, de encontrar argumentos.

La verdadera arma de aquellos hombres era el despiadado interrogatorio que proseguía hora tras hora, lleno de trampas, deformando todo lo que él había dicho, haciéndole confesar a cada paso mentiras y contradicciones, hasta que empezaba a llorar no sólo de vergüenza sino de cansancio nervioso. A veces lloraba media docena de veces en una sola sesión. Casi todo el tiempo lo estaban insultando y lo amenazaban, a cada vacilación, con volverlo a entregar a los guardias.

Pero de pronto cambiaban de tono, lo llamaban camarada, trataban de despertar sus sentimientos en nombre del Ingsoc y del Gran Hermano, y le preguntaban compungidos si no le quedaba la suficiente lealtad hacia el Partido para desear no haber hecho todo el mal que había hecho. Con los nervios destrozados después de tantas horas de interrogatorio, estos amistosos reproches le hacían llorar con más fuerza.

Al final se había convertido en un muñeco: una boca que afirmaba lo que le pedían y una mano que firmaba todo lo que le ponían delante. Su única preocupación consistía en descubrir qué deseaban hacerle declarar para confesarlo inmediatamente antes de que empezaran a insultarlo y a amenazarlo.

Confesó haber asesinado a distinguidos miembros del Partido, haber distribuido propaganda sediciosa, robo de fondos públicos, venta de secretos militares al extranjero, sabotajes de toda clase... Confesó que había sido espía a sueldo de Asia Oriental ya en 1968. Confesó que tenía creencias religiosas, que admiraba el capitalismo y que era un pervertido sexual. Confesó haber asesinado a su esposa, aunque sabía perfectamente --y tenían que saberlo también sus verdugos-- que su mujer vivía aún. Confesó que durante muchos años había estado en relación con Goldstein y había sido miembro de una organización clandestina a la que habían pertenecido casi todas las personas que él había conocido en su vida.

Lo más fácil era confesarlo todo --fuera verdad o mentira-- y comprometer a todo el mundo. Además, en cierto sentido, todo ello era verdad. Era cierto que había sido un enemigo del Partido y a los ojos del Partido no había distinción alguna entre los pensamientos y los actos. "


1984. George Orwell.
Ed. Destino.




>Alphaville. Big in Japan.Directo 1984

27 nov 2008

24 nov 2008

Pilares y destinos

>Me dedicaba a leer todo lo que se había escrito en el mundo sobre el arte de la danza, desde los primeros egipcios hasta el día, y tomaba nota especial de todo lo que iba leyendo; pero cuando hube terminado esta tarea colosal, comprobé que los únicos maestros de baile que yo podía tener eran Juan Jacobo Rousseau “Emilio”, Walt Whitman y Nietzsche."



Mi vida. Isadora Duncan.



Y es que nunca sabes cuánto influirá en tu vida lo que lees, ni para qué va a servirte.

10 nov 2008

Crisis



"No pretendamos que las cosas cambien si seguimos haciendo lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar "superado".

Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia.

Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla".


Albert Einstein (1879 - 1955)

2 oct 2008

Minicuentos de Ciudad de Seva

El verdugo

A. Koestler

Cuenta la historia que había una vez un verdugo llamado Wang Lun, que vivía en el reino del segundo emperador de la dinastía Ming. Era famoso por su habilidad y rapidez al decapitar a sus víctimas, pero toda su vida había tenido una secreta aspiración jamás realizada todavía: cortar tan rápidamente el cuello de una persona que la cabeza quedara sobre el cuello, posada sobre él. Practicó y practicó y finalmente, en su año sesenta y seis, realizó su ambición.
Era un atareado día de ejecuciones y él despachaba cada hombre con graciosa velocidad; las cabezas rodaban en el polvo. Llegó el duodécimo hombre, empezó a subir el patíbulo y Wang Lun, con un golpe de su espada, lo decapitó con tal celeridad que la víctima continuó subiendo. Cuando llegó arriba, se dirigió airadamente al verdugo:

-¿Por qué prolongas mi agonía? -le preguntó-. ¡Habías sido tan misericordiosamente rápido con los otros!

Fue el gran momento de Wang Lun; había coronado el trabajo de toda su vida. En su rostro apareció una serena sonrisa; se volvió hacia su víctima y le dijo:

-Tenga la bondad de inclinar la cabeza, por favor.

23 sept 2008

Herr Mannelig

Edgar Allan Poe, por Charles Baudelaire

"Sueño, esos pedacitos de muerte. ¡Como los odio!".

"La muerte de una mujer hermosa es, sin duda el tema más poético del mundo." E.A.P


En estos últimos tiempos compareció ante nuestros tribunales un desdichado cuya frente estaba marcada por un raro y singular tatuaje. ¡Desafortunado! Llevaba él así encima de sus ojos la etiqueta de su vida, como un libro su título, y el interrogatorio demostró que aquel extraño rótulo era cruelmente verídico. Hay en la historia literaria destinos análogos, verdaderas condenas, hombres que llevan las palabras “mala suerte” escritas en caracteres misteriosos sobre las arrugas sinuosas de su frente. El ángel ciego de la expiación se ha apoderado de ellos y los azota con uno y otro brazo para ejemplo edificante de los demás. En vano su vida revela talento, virtudes, gracia: la sociedad tiene para ellos un anatema especial y acusa en ellos las lesiones que les ha causado. ¿Qué no hizo Hoffmann para desarmar al Destino, y qué no realizó Balzac para conjurar la fortuna? ¿Existe, pues, una Providencia diabólica que prepara la desgracia desde la cuna, que arroja con premeditación naturalezas espirituales y angélicas en medios hostiles, como a mártires en los circos? ¿Existen, pues, almas santas y destinadas al altar, condenadas a ir hacia la muerte y hacia la gloria a través de sus propias ruinas? La pesadilla de las Tinieblas, ¿asediará eternamente a esas almas elegidas? En vano se agitan, en vano se forman para el mundo, para sus previsiones y asechanzas; perfeccionarán la prudencia, taparán todas las salidas, acolcharán las ventanas contra los proyectiles del azar; pero el Diablo entrará por el agujero de la cerradura. Una perfección será la falla de su coraza, y una cualidad superlativa, el germen de su condenación. Para romperla, el águila, desde lo alto del cielo, sobre su frente al aire soltará la tortuga, pues ellos deben perecer fatalmente. Su destino está escrito en toda su contextura, brilla con siniestro resplandor en sus miradas y en sus gestos, circula por sus arterias con cada uno de sus glóbulos sanguíneos.

[...] La buena acogida que le dispensaron inundó su pobre corazón de orgullo y de gozo; se mostraba de tal modo encantado, que hablaba de establecerse definitivamente en Richmond y de acabar su vida en los lugares que su infancia le había hecho dilectos. Sin embargo, tenía asuntos en Nueva York, y partió el 4 de octubre, quejándose de escalofríos y de debilidad. Como siguiera sintiéndose bastante mal, al llegar a Baltimore, el 6, por la noche, hizo llevar su equipaje al embarcadero, desde donde debía dirigirse a Filadelfia, y entró en una taberna para tomar un excitante cualquiera. Allí, por desgracia, se encontró con antiguos amigos y se detuvo más de la cuenta. A la mañana siguiente, en las pálidas tinieblas del alba, fue encontrado un cadáver en la vía pública. ¿Debe decirse así? No, un cuerpo vivo aún, pero que la muerte había marcado ya con su real sello. Sobre aquel cuerpo, cuyo nombre se ignoraba, no se hallaron ni papeles ni dinero, y lo transportaron a un hospital. Allí murió Poe, la noche misma del domingo 7 de octubre de 1849, a la edad de treinta y siete años, vencido por el delirium tremens, ese terrible visitante que había ya atacado su cerebro una o dos veces. Así desapareció de este mundo uno de los más grandes héroes literarios, el hombre que había escrito en El gato negro estas palabras fatídicas: “¿Qué enfermedad es comparable al alcohol?” Esa muerte es casi un suicidio, un suicidio preparado desde hacía largo tiempo. Cuando menos, provocó el escándalo. Fue grande el clamor, y la virtud dio salida a su canto enfático, libre y voluntariosamente. Las oraciones fúnebres más indulgentes tuvieron que dejar sitio a la inevitable moral burguesa, que se cuidó de no perder una ocasión tan admirable. Mr. Griswold difamó; Mr. Willis, sinceramente afligido, se comportó más que decorosamente. ¡Ay! El que había franqueado las alturas más arduas de la estética, sumiéndose en los abismos menos explorados del intelecto humano; el que, a través de una vida que se asemeja a una tempestad sin calma, había encontrado medios nuevos, procedimientos desconocidos para asombrar la imaginación, para seducir los espíritus sedientos de Belleza, acababa de morir en unas horas en un lecho del hospital. ¡Qué destino! ¡Y tanta grandeza y tanto infortunio para levantar un torbellino de fraseología burguesa, para convertirse en pasto y tema de los periodistas virtuosos!Ut declamatio fiars! Estos espectáculos no son nuevos; es raro que un sepulcro reciente e ilustre no sea un lugar de cita de escándalo. Por otra parte, la sociedad no ama a esos rabiosos desventurados, y ya sea porque perturbaban sus fiestas o ya sea porque los considere de buena fe como remordimientos, tiene ella, a no dudar, razón. ¿Quién no recuerda las declamaciones parisienses a raíz de la muerte de Balzac, que murió, empero, de manera correcta? Y en fecha más reciente aún —hace hoy, 26 de enero, un año justo—, cuando un escritor de una honradez admirable, de una elevada inteligencia, y siempre lúcido, fue discretamente, sin molestar a nadie —tan discretamente, que su discreción parecía desprecio—, a exhalar su alma en la calle más negra que pudo encontrar, ¡qué asqueantes homilías, qué asesinato refinado! Un periodista célebre, a quien Jesús no enseñara nunca maneras generosas, encontró la aventura lo bastante jovial para celebrarla con un burdo retruécano. Entre la nutrida enumeración de los derechos del hombre que la sabiduría del siglo XIX repite tan a menudo y con tanta complacencia, se han olvidado dos asaz importantes, que son: el derecho a contradecirse y el derecho a marcharse.

Hay algunos puntos relativos a Edgar A. Poe sobre los cuales existe un acuerdo unánime, como, por ejemplo, su elevada distinción natural, su elocuencia y su belleza, de la que, según dicen, se sentía un tanto vanidoso. Sus maneras, mezcla singular de altivez y de dulzura exquisita, estaban llenas de firmeza. Su fisonomía, sus andares, sus gestos, sus movimientos de cabeza, todo le señalaba, máxime en sus días buenos, como un ser elegido. Toda su persona respiraba una solemnidad penetrante. Estaba, en realidad, marcado por la Naturaleza, como esas figuras de viandantes que atraen la mirada del observador y preocupan su memoria. El propio pedante y agrio Griswold confiesa que, cuando fue a visitar a Poe y le encontró pálido y enfermo aún por la muerte y la enfermedad de su mujer, se sintió conmovido en alto grado no sólo por la perfección de sus modales, sino también por su fisonomía aristocrática, por la atmósfera perfumada de su habitación, muy modestamente amueblada. Griswold ignora que el poeta posee más que todos los otros hombres ese maravilloso privilegio, atribuido a la mujer parisiense y a la española, de saber adornarse con nada, y que Poe, enamorado de lo Bello en todas las cosas, hubiese encontrado el arte de transformar una choza en un palacio de nueva clase. ¿No ha escrito, con el talento más original y curioso, proyectos de mobiliarios, planos de casas de campo, de jardines y de reformas de paisajes?

[...] Ningún hombre, lo repito, ha contado con mayor magia las excepciones de la vida humana y de la Naturaleza, los ardores de curiosidad de la convalecencia, los finales de estación cargados de esplendores enervantes, los tiempos cálidos, húmedos y brumosos, en que el viento del Sur ablanda y afloja los nervios como las cuerdas de un instrumento, en que los ojos se llenan de lágrimas que no provienen del corazón; la alucinación dejando lo primero sitio a la duda, y muy pronto convencida y razonadora como un libro; lo absurdo instalándose en la inteligencia y rigiéndola como una lógica espantosa, la histeria usurpando el sitio de la voluntad, la contradicción asentada entre los nervios y el espíritu, y el hombre desacorde hasta el punto de expresar el dolor con la risa. Él analiza lo que hay de más fugaz, sopesa lo imponderable y describe en una forma minuciosa y científica, cuyos efectos son terribles, toda esa parte imaginaria que flota en torno al hombre nervioso y le hace acabar mal. El ardor mismo con que se arroja a lo grotesco por amor a lo grotesco, a lo horrible por amor a lo horrible, me sirve para comprobar la sinceridad de su obra y la unión del hombre con el poeta. He observado ya que en varios hombres ese ardor era con frecuencia el resultado de una amplia energía vital inocupada, a veces de una obstinada castidad y también de una profunda sensibilidad contenida. La voluptuosidad sobrenatural que el hombre puede experimentar viendo correr su propia sangre; los movimientos repentinos, violentos, inútiles; los fuertes gritos lanzados al aire, sin que el espíritu mande a la garganta, son fenómenos a situar en el mismo orden.

Por Charles Baudelaire.

Imagen: Desiré Dolron

22 sept 2008

La muerte de los amantes. Baudelaire



Tendremos dos lechos de suaves colores,
divanes profundos como sepulturas,
y flores extrañas en aparadores,
abiertas al roce de atmósferas puras.

Poniendo a provecho la luz de sus celos,

serán dos antorchas nuestros corazones
y reflejarán sus rojos botones
en nuestros espíritus, espejos gemelos.

Al fin de una tarde azul y rosada,
cambiaremos ambos aquella mirada
de la despedida llorosa y pasmada;

y, más tarde, un ángel, las alas abiertas,
vendrá a reanimar, abriendo las puertas,
los espejos turbios y las llamas muertas.



























Imagen: Ángel Caído. Madrid
Autor: Ricardo Bellver

9 sept 2008

La pena de Thanatos

El triunfo de la muerte. P.B.







Y allí estában, sentados en el césped de Plaza España. Ella miró la Torre de Madrid, y en un segundo de angustia pensó en cómo sería el saltar desde la ventana más alta.

La democracia no funciona -dijo ella- ahora se quiere comprar el voto de la tercera edad prometiendo una subida del 6% en las pensiones, cuando Hacienda no tiene dinero para devolver las liquidaciones de Renta. Creo que esas personas no letradas no deberían intervenir en quien es el mejor candidato para gobernarlas. No están capacitadas, son vulnerables y manejables con farsas.

Yo creo que la democracia, aun siendo un mal sistema, es el menos malo, contestó él.

Pero, ¿y si hubiera una oligarquía? Pero no basada en la plutocracia, sino meritoria. Imagina a un Nelson Mandela de ministro mundial, a los Premios Nobel encargados cada cual en la disciplina que más destacasen. Un grupo de sabios gobernando. En caso de fallecimiento, ellos mismos decidirían un sucesor digno.

Terminaría siendo una dictadura de unos pocos, contestó rápidamente él. Se corromperían al no tener sujecciones, límites a su poder. El poder debe estar controlado. Mira Grecia, o incluso Alemania, ¿crees que Hitler gobernaba solo? Era un grupo igual al que tú propones.


Pero el de Hitler era militar, dijo ella incorporándose, y designado por una persona, el mío es inicialmente electo popularmente basándose en la valía, en la venerabilidad. Si es que aun existe.

No, no funcionan las cosas en este país,-siguó divagando, recostándose- no funciona la justicia...mira, Otegui está en libertad, el asesino de la niña esa no tendrá el castigo que se merece... Yo instauraba de nuevo la pena de Muerte, para los casos de terrorismo y abusos a menores, cuando sea absolutamente seguro, cuando encima se jacten de ello. Además, hay mucha gente en el mundo, no pasa nada porque mueran, no pierde nada la humanidad.


Hay muchas maneras de castigarlos, no tiene por qué ser la pena de muerte. Porque al principio sería a los terroristas, luego a los que han matado a alguien, luego a los que roban mucho, luego a los que roban poco y así se iría eliminando a todo lo que sobra de la sociedad, y llegarían a eliminar a los lisiados, enfermos!!!- Subió él el tono golpeando la bebida en el césped- ¡Eso lo dices tan a la ligera porque no has estado cerca de la muerte!
- Te has enfadado? Preguntó preocupada.Sí lo has hecho. Dijo viéndole cabizbajo.
- No...
- ¿Y qué piensas de mí ahora? Esto es lo que creo en verdad...
- Que no podemos estar de acuerdo en todo.
- Me gustas por tu cabeza.
- Pensé que era porque estoy muy bien, jeje.
- Estás bien, pero hay mucha gente aqui que está bien.
- Ay mi hermosa y cruel amante...



...Y se fueron a ver el Verdugo, de Berlanga.





27 ago 2008

ZANONI, o el secreto de los inmortales


A parte de sus estudios, Viola era sencilla y afectuosa, pero un tanto caprichosa; no caprichosa en su carácter, puesto que era afable y dócil, sino en su disposición de ánimo, que, como he indicado antes, pasaba de la tristeza a la alegría y viceversa, sin una causa aparente. Si es que existía alguna, sólo podía atribuirse a la temprana y misteriosa influencia que he referido ya, al tratar de explicar el efecto producido en su imaginación por aquellos extraños y arrebatadores sonidos que había oído con tanta frecuencia; pues debe saberse que aquellos que son demasiado sensibles a los efectos de la música,se ven sin cesar acosados, aun en los quehaceres más ordinarios de la vida, por tocatas y ecos que les atormentan incesantemente.




Cuando el alma ha admitido la música, ésta se convierte en una especie de espíritu que no muere nunca y que recorre día y noche todos los rincones de la memoria, pareciendo que se oye otra vez tan viva y distinta como cuando hendió los aires por primera vez.

De tanto en tanto, pues, estos sonidos vagaban por la imaginación de Viola, para hacer aparecer una sonrisa en sus labios, si eran alegres, o para nublar su semblante, si eran tristes; por eso la veía abandonar de pronto su infantil alegría y sentarse en un rincón, muda y meditabunda.

26 ago 2008

21 ago 2008

Paul Verlaine

___________________________________________________

Como la voz de un muerto que cantara
desde el fondo de su fosa,
amante,
escucha subir hasta tu retiro
mi voz agria y falsa.

Abre tu alma y tu oído al son
de mi mandolina:
para ti he hecho,
para ti,
esta canción cruel y zalamera.

Cantaré tus ojos de oro y de onix
puros de toda sombra,
cantaré el Leteo de tu seno,
luego el de tus cabellos oscuros.

Como la voz de un muerto que cantara
desde el fondo de su fosa,
amante, escucha subir hasta tu retiro
mi voz agria y falsa.

Después loare mucho,
como conviene,
A esta carne bendita
Cuyo perfume opulento evoco
Las noches de insomnio.


Y para acabar cantaré el beso
de tu labio rojo
y tu dulzura al martirizarme,
¡Mi ángel, mi gubia!
Abre tu alma y tu oído al son

de mi mandolina:
para ti he hecho, para ti,
esta canción
cruel y zalamera.


Imagen: Alma Tadema

3 jul 2008

Mary Shelley: Frankenstein o el Moderno Prometeo.

Yo siempre he pensado que tu vida marca tu obra. Es muy difícil separar las pasiones que has sentido, el sufrimiento que te ha sido ocasionado, y el dolor que tú mismo has infringido a la hora de coger una pluma, y dejar que escriba tu mente.

La vida de Mary Shelley estuvo llena de desgracias, perdió a su madre, su hermana se suicidó, murieron cuatro de sus cinco hijos siendo pequeños, para poco después quedarse viuda. De familia burguesa, letrada, pasó a vivir casi en la indigencia. Pero sus múltiples desdichas se vieron al menos consoladas con el amor de su esposo. Si uno lee su libro, se da cuenta de que entre todas las cosas de este mundo, la que más valora es esa. El ansia del monstruo de ser amado, de tener una compañera, hubiera hecho perdonar el más atroz acto de nuestro protagonista. Y el hecho de devolver la vida a un cuerpo inerte, qué duda cabe que ella lo hubiera deseado con toda su fuerza.



FRANKENSTEIN, dualidad hombre monstruo.

Según avanzaba el libro, más avanzaba su estupidez. Dejó que muriera toda su familia por su egoísmo. Él intenta justificarse, pero es un hecho: no fue capaz de enfrentarse a su creación. Y, al igual que Einstein, que se justifica diciendo que el uso de la bomba atómica es cosa de otros, Frankenstein creó a esa criatura y la abandonó.


En todo momento he estado de parte de la creación, ya que para mí, el monstruo verdadero es el hombre, Victor Frankenstein. Irresponsable, gracias a quien su arrogancia y actuar sin pensar en las consecuencias, una familia entera sufrió y murió sin saber en ningún momento, que aquel al que mantenían (ya que él no trabajó nunca para ganarse el sustento), escribían con dulzura y cuidaban con dedicación sería la causa de sus muertes y desdichas.


EL MODERNO PROMETEO: El libro

Ofrece al lector una gran descripción de los paisajes de Ginebra, Suiza, Italia para terminar con Gran Bretaña y el Polo Norte. Tanto al hombre como a la criatura les llaman en todo momento la atención los parajes montañosos, y si bien les calman, a veces son causa de nostalgia, miedo, y desesperación. Los personajes, cálidos, amables, de lenguaje exquisito, incluso la creación (al que no pone nombre), ya que aprendió a leer, en una cochiquera, con tomos de clásicos escritores latinos.

Las cartas de suceden, y las vidas de otros se enlazan a la principal, llevándote a una sociedad donde aún había honor y miseria en abundancia a partes iguales.



La cita:

"En la quietud de la noche me respondió una fuerte y demoníaca risa. Sonó en mis oídos larga y opresivamente; las montañas me devolvieron su eco, y me sentí como si todos los demonios me rodearan burlándose y riendo. En ese momento, seguramente, hubiese dejado que el frenesí me dominara y destruyera mi miserable existencia, si no hubiese sido porque mi juramento había sido escuchado y me sentía destinado a la venganza..."


MARY SHELLEY´S FRANKENSTEIN: La película.

No voy a realizar una ficha, si bien hablar de algunas diferencias en cuanto al libro se refiere. Si bien fue el libro, obviamente la primera creación, mi primer conocimiento sobre el tema fue la película de Kenneth Branagh . Ya que antes, sólo tenía en mente el estereotipo de monstruo gigante con dos tornillos a los lados de la cabeza, tosco e infantiloide, que se enamora de una niña en un lago.

En la película aparece el típico rayo creador de vida, que el libro no describe ni menciona.

El padre no muere a manos de la criatura, como en la película, si bien no soporta el dolor tras la muerte de Elizabeth, y muere en la más profunda tristeza.


Elizabeth Lavenza y Victor no son apasionados el uno con el otro, se ven comprometidos desde niños por voluntad de sus padres y se ven como amigos, primos, compañeros, si bien se quieren, no muestran ningún signo de pasión, y Elisabeth no va a buscarle en ninguna ocasión. Y cuando ella muere, estrangulada como el resto, no le es arrancado el corazón como en la película, Victor no hace nada por devolverle la vida. No crea una compañera, ni para la criatura ni para él mismo.

Sin embargo, gracias a ella empezó a atraerme esta historia, que siempre la vi por debajo de Drácula en interés, y hoy en día la veo con un trasfondo filosófico mucho más profundo, y de una complejidad mayor.




27 jun 2008

¿Te cierro la puerta?

Recorrer el pasillo desde el salón hasta mi alcoba a oscuras y sola en casa era el peor momento de la noche...

Había podido estar en Asturias en una casa casi sola en medio de un valle (Merás) con la certeza de que habitaban allí lobos (apareció muerto el perro de una casa relativamente cercana por el ataque de éstos), asomada a la ventana viendo la oscuridad no absoluta gracias a la luna, y estar tranquila. En la seguridad de una casa de tres plantas (establo, piso principal y habitaciones) y mi tío abuelo abajo, no podía pasar nada. Y estaban las perras, tres sabuesas que si las soltabas se iban al monte solas a cazar, con sus zarpas se agarraban al terreno y te llevaban ellas aunque te enganchases a ellas por su correa de cadena. Podía dirigir la mirada a través de la ventana del piso superior hacia el límite con el bosque. E imaginar que a partir de esa línea podría haber de todo. Pero no me daba miedo.


Sin embargo en Madrid desconfiaba de cada ruido. No sabía a veces si el teléfono que sonaba era el mío o el del vecino. Les oía si gritaban, si ponían la música alta, gente en la calle hablando alto. En Madrid el silencio absoluto no existía. Y yo oía demasiado.


Ver una película en el salón en vez de en el cuarto de estar aprovechando que estaba sola en casa era lo normal, y si encima había alquilado en el videoclub alguna de miedo o echaban algún peliculón en la 2 de madrugada el ritual era casi obligado. Una manta, algo de beber, y algo que agarrar, cojín o peluche. Esto que recuerdo desde tan pequeña me hace pensar que he cambiado muy poco. Sigo haciendo exáctamente lo mismo.

Lo malo era el regreso, apagar las luces, y regresar a mi habitación. Si alguna puerta se hubiera cerrado en ese momento creo que hubiera gritado. Pero no, todo estaba más o menos en silencio. Entonces el pasillo ofrecía una luz extraña, proyectada desde la venta de la cocina. Miraba al suelo, una alfombra persa sobre la que se intuían a media luz extraños pero preciosos dibujos... queriendo mirar atrás. La imperiosa sensación de querer girar la cabeza, y sentir que si lo hacía daba vida a lo que me imaginación desease. ¿Por qué? ¿por qué ese miedo?



Han podido pasar más de quince años desde lo que estoy narrando, y aún me subo la sábana hasta el cuello. La vulnerabilidad del aire en mi cuello por la noche puede hacer que no duerma, y ya mi coleta no me permite dar vueltas alrededor de él para taparlo.

Los miedos en la soledad parece que nunca me abandonan. Y tras ver Rec en el cine, subir cuatro pisos sin ascensor a la una de la madrugada y tener un desván encima de mi dormitorio ya debería haberme hecho más fuerte. Pero de noche siento respeto al mirar debajo de la cama, y cierro la puerta cuando duermo aunque vivo sola.


25 jun 2008

Telecalamidad


Calamidad ambigua presenta... LUPIN !!!!!


24 jun 2008

Mitología: Tiresias



En la Antigüedad, el ser ciego era sinónimo de sabio. La explicación puede ser que cuando los ojos no pueden engañarte, la razón pesa sobre las conclusoines tomadas. Pero como ejemplo más famoso, encontramos el caso de Tiresias:

Se dice que la diosa Atenea lo dejó ciego cuando era joven cubriéndole sus ojos con sus manos cuando la sorprendió desnuda, ya que de acuerdo con las leyes del dios Cronos, la ceguera era el castigo para cualquier mortal que viese a un inmortal sin su consentimiento.
La madre de Tiresias, la ninfa Chariclo, cercana a Athenea, le pidió que le devolviera la vista pero ésta no lo consiguió.Como compensación, Athenea le concedió el poder de expresar oráculos, de entender el canto de los pájaros y de vivir una larga vida (doscientos años).

Otra versión del mito de Tiresias dice que en cierta ocasión Tiresias estaba observando a dos serpientes copulando y, cuando hirió a la hembra, se transformó en una mujer y así permaneció siete años y, cuando más tarde, volvió a ver a las mismas serpientes copulando, tras haber herido al macho, Tiresias se transformó en un hombre. Por esta razón, cuando Zeus y Hera discutían si el placer del amor era disfrutado mejor por las mujeres o por los hombres, pidieron a Tiresias, que conoció las dos partes del amor, cual era su decisión. Dijo Tiresias: "De diez partes un hombre disfruta sólo de una, mientras que una mujer disfruta de las diez partes en su corazón". Por haber dicho esto, Hera lo dejó ciego pero Zeus le concedió el poder de la profecía.
Quizás puede resultar exagerado el enfado de Hera, pero esto le daba una excusa estupenda a Zeus para que cada vez que compartía lecho con su mujer, necesitase de otros nueve con otras: Mnemosina, Leto, Démeter, Dione, Leda, Danae, Europa, Sémele, Alameda...





Muerte de Sémele. Moreau (Hera, celosa de Sémele, engañó a la joven para que pidiera a Zeus que se mostrase en su plenitud. Lo que ignoraba Sémele es que ningún mortal soporta la apoteosis del Dios. Y muere. )



Rapto de Europa. Rubens. (Europa es raptada sin que sus hermanos desde la orilla pudieran hacer nada, por un Zeus convertido en un hermoso toro blanco)


Otro que cuando se cegó conoció la verdad fue Edipo, al clavarse el alfiler de su esposa/madre en los ojos. Pero eso es otra historia...

18 jun 2008

Jonathan Strange y el señor Norrel

Fragmento:


"El precedente al que aludía el señor Honeyfoot era un asesinato cometido en 1279 en la lúgrube ciudad de Alston, situada en los páramos. En el cementerio se encontró el cuerpo de un muchacho colgado de un espino que crecía frente a la puerta de la iglesia. En el dintel de la puerta había una imagen de la Virgen con el Niño. Los habitantes de Alston enviaron a un emisario a Newcastle, al castillo del Rey Cuervo, y éste, a su vez, envió a dos magos para que hicieran hablar a la Virgen y al Niño Jesús, que dijeron haber visto cómo un forastero mataba al muchacho pero que no sabían el motivo.

Después de aquello, a todos los forasteros que llegaban a la ciudad, los habitantes de Alston los agarraban, los llevaban a la puerta de la iglesia y preguntaban:"¿Es éste?", pero la Virgen y el Niño respondían siempre que no.

A los pies de la Virgen había un león y un dragón, enroscados en uno en torno al otro de un modo asombroso, mordiendo cada uno el cuello del otro. El que había tallado esas criaturas nunca había visto un león ni un dragón, y sí muchos perros y corderos, y algo del carácter de un perro y un cordero había quedado impreso en las figuras. Cada vez que llevaban a algún infeliz ante la Virgen y el Niño para ser examinado, el león y el dragón dejaban de morderse, levantaban la cabeza como extraños perros guardianes de la Virgen, y el león ladraba y el dragón balaba airadamente."

Susanna Clarke

Imagen: Mark Ryden.

14 jun 2008

Benedetti- Arcoiris


A veces
por supuesto
usted sonríe
y no importa lo linda
o lo fea
lo vieja
o lo joven
lo mucho
o lo poco
que usted realmente
sea

sonríe
cual si fuese
una revelación
y su sonrisa anula
todas las anteriores
caducan al instante sus rostros
como máscaras
sus ojos duros
frágiles
como espejos en óvalo
su boca de morder
su mentón de capricho
sus pómulos fragantes
sus párpados
su miedo

sonríe
y usted nace
asume el mundo
mira
sin mirar
indefensa
desnuda
transparente

y a lo mejor
si la sonrisa
viene de muy
de muy adentro
usted puede llorar
sencillamente
sin desgarrarse
sin deseperarse
sin convocar la muerte
ni sentirse vacía

llorar
sólo llorar

entonces su sonrisa
si todavia existe
se vuelve un arco iris.





Chove en Santiago. Luar na Lubre

8 jun 2008

Los Inmortales

Princes of the Universe (Highlander) - Queen

3 jun 2008

SPQH- Senatus populusque Hispanus


Un profesor mío de Derecho dijo que lo normal en la trayectoria del hombre era ser de joven de izquierdas, y de mayor de derechas. Se me quedó grabado. ¿Era sólo una cuestión de edad, de posición social adquirida? ¿Qué hace a cada persona ser de una determinada ideología?

Según he ido apreciando en mi entorno, lo primero que penetra en nosotros son las ideas familiares inculcadas:
-Yo soy del Real Madrid, y los malos son los del Barça- Y es que de pequeña lo tenía clarísimo.

Conforme vas creciendo, entre los amigos, el ambiente en el que te críes, y el grado de cultura/madrez que se vaya teniendo van apareciendo alternativas. Llega a tu conocimiento un ser llamado Bakunin, Franco, Marx, Hitler, Lenin... y comienzan las apreciaciones...lees algo de uno, y te parece bien, luego otro y dices, no, no, ahora soy anarquista. Ahí es nada. Te sientes como al que le regalan un mecano y se cree ingeniero. Pero en el reino de los ciegos el tuerto es el rey, y en tu entorno nadie discute tu nueva posición, intentas incluso que alguna inocente de tu clase secunde tus recién adquiridas ideas. Si acaso tus padres se ríen de ti- ¡Pero no lo vayas diciendo por ahí!- decía mi madre, criada por un excapitán de zona roja, a la que prohibieron recoger papeletas del suelo.

Sin embargo, el Ay Carmela, la bandera republicana, las crónicas de la guerra, todo lo aprendí fuera de mi familia, toda mi información, más al no estar internet entonces a la orden del día, no dependía de mí, sino de mi ambiente cuando salía. Y en Villaverde (Madrid), finales de los años noventa, tener una conversación sobre política con gente de mi edad a la que no tuvieran aislada en clase por rara...era raro, valga la redundancia. Llega la edad de la reafirmación. Esa en la que pinté una A en un círculo, y en los 20N nos cambiábamos de barrio para que los" fachas" (Radicales de derechas) no nos hicieran nada. Destino: Lavapiés.

Mayoría de edad: Se supone que vas teniendo tus ideas claras. No, tú no eres como los viejos del parque, que se venden por unos globos y promesas electorales de subir pensiones, tú conoces las alternativas, más aún cuando vas a votar, y en tu gran idea de derrocar el bipartidismo existente (y patente hoy en día) votas al partido Humanista, Feminista y al Republicano, para más tarde enterarte de que uno es una secta.

Universidad, y esto ya lo mencioné:


"Asociación Cultural y Progresista Pablo Iglesias". Apúntate.

Los más empollones de mi clase y las contiguas, el hijo de un diputado del PSOE, una chica que había hecho de modelo, y yo. No hubo ninguna conversación cultural, sólo resúmenes de las mejores jugadas políticas. No era progresista, puesto que no podíamos hablar las mujeres, pero eso sí, lo de Pablo Iglesias en las venas, enfatizado con una comida con el Rector de la Universidad Carlos III, Peces Barba. En la cual, al hijo del diputado se le ofrecía toda la ayuda que pudiera necesitar. Éramos llamados la izquierda Armani.

A partir de ahí, toda afiliación futura quedó fuera de mi mente. Y mi inquietud por las posibilidades destructivas del mundo fue en aumento. No es que me volviera emo, era más bien un ánimo decadente y decepcionante de la realidad. Con dos opciones, una la solidaria-altruista y animosa: ¡Salvemos al mundo! vamos a hacernos de Greenpeace, y luego a reciclar, y a encadenarnos a los árboles con la baronesa Thyssen...y la segunda, mi opción, la de que no me importa de qué color (lo digo por Rosa Díez, sí) sea tu logo, si usas a una puber para que chille victoria, si haces el payaso con la señal de tu ceja, sólo quiero que cumplas lo que dices, ya que he dejado las ideologías y sistemas de gobierno ideales ( o no) para libros de ciencia ficción (1984, Un mundo Feliz...).
Que a veces me pregunto en qué creo, ya que en Dios no, y tengo miedo de acabar como un Jiménez Losantos más, despotricando sobre todo. Lo que podría llevarnos al tema de la libre expresión.

Pero eso será otro día.

Un saludo.

2 jun 2008

Amenazas sí,

Pero con estilo:















Siniestro, Loquillo (gracias Barbas), Alaska, Metallica y Pantera (gritan al final I´ll Kill u, o eso entiendo).

31 may 2008

Próximo Evento: Distopía


Una distopía es una utopia negativa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal, es decir, en una sociedad opresiva, totalitaria o indeseable. El término fue acuñado como antónimo de utopía y se usa principalmente para hacer referencia a una sociedad ficticia(frecuentemente emplazada en el futuro cercano) en donde las tendencias sociales se llevan a extremos apocalípticos. Wikipedia


¡Calad las bayonetas de duridio gomaespumero, es una orden!


Bien, se acerca el evento, (25, 26 y 27 de Julio)
(lo cual me recuerda que debo pagarlo, ups!)

Un breve resúmen: "Un rol en vivo futurista de chachondeo, tiros y cocido, pero con un trasfondo serio impregnado de tópicos y situaciones en torno al género de la distopía." Distopía Blog

Los marsters del universo serán Furgo, Maestro de Maestros, juez imparcial ante dramaturgos, y amigo de esos de los que uno se enorgullece. Y Mus, ser vil y bailongo, alma de eventos, si le ves, métete en su bando, no importa quién vencerá, pero su grupo será el que mejor se lo pase.

"¿Qué tipo de partida será? De interpretación pero con armas cuerpo a cuerpo (espadas, mazas, etc) y pistolas de agua (lasers) y gomaespuma (Nerfs), para recrearnos en la ultraviolencia." Distopía blog


Para más información, interesados consultar :
http://distopia-rev.blogspot.com/



Para los profanos, una breve explicación:


30 may 2008

Licaón. El primer Hombre Lobo

Ovidio afirma que llegó al punto de sacrificar a todos los extranjeros que llegaban a su casa, violando la sagrada ley de la hospitalidad.
Enterado de esta aberración, Zeus se hizo pasar por un peregrino y se hospedó en su palacio. Licaón se preparó para asesinarle, pero alertado por algunas señales divinas, quiso asegurarse antes de que el huésped no era un dios, como afirmaban sus temerosos súbditos. Para ello hizo cocinar la carne de una de sus víctimas o de un esclavo, y se lo sirvió a Zeus. Éste montó en cólera y transformó a Licaón en un lobo, incendiando después el palacio que había sido testigo de tanta crueldad.


“Él, ciertamente, sus castigos –el cuidado ese perded–
210Mas qué lo cometido, cuál sea su satisfacción, os haré
Había alcanzado la infamia de ese tiempo nuestros oídos;
deseándola falsa desciendo del supremo Olimpo
dios bajo humana imagen, lustro las tierras.


Larga demora es de cuánto mal se hallaba por todos
215enumerar: menor fue la propia infamia que la verdad.


El Ménalo había atravesado, por sus guaridas horrendo de fieras,
y con Cilene los pinares del helado Liceo:
del Árcade a partir de ahí en las sedes, y en los inhóspitos techos del tirano
penetro, cuando traían los tardíos crepúsculos la noche.


220Señales di de que había llegado un dios y el pueblo a suplicar
había empezado: se burla primero de esos piadosos votos Licaón,
luego dice: “Comprobaré si dios éste o si sea mortal
con una distinción abierta, y no será dudable la verdad.”


De noche, pesado por el sueño, con una inopinada muerte a perderme
225se dispone: tal comprobación a él le place de la verdad.


Y no se contenta con ello: de un enviado de la nación
molosa, de un rehén, su garganta a punta tajó
y, así, semimuertos, parte en hirvientes aguas
sus miembros ablanda, parte los tuesta, sometiéndolos a fuego.


230Lo cual una vez impuso a las mesas, yo con mi justiciera llama
sobre unos penates dignos de su dueño torné sus techos.

Aterrado él huye y alcanzando los silencios del campo
aúlla y en vano hablar intenta; de sí mismo
recaba su boca la rabia, y el deseo de su acostumbrada matanza
235usa contra los ganados, y ahora también en la sangre se goza.


En vellos se vuelven sus ropas, en patas sus brazos:
se hace lobo y conserva las huellas de su vieja forma.


La canicie la misma es, la misma la violencia de su rostro,
los mismos ojos lucen, la misma de la fiereza la imagen es.


240Cayó una sola casa, pero no una casa sola de perecer
digna fue. Por doquiera la tierra se expande, fiera reina la Erinis.


Para el delito que se han conjurado creerías; cumplan rápido todos,
los que merecieron padecer, así consta mi sentencia, sus castigos.”



Ovidio, Metamorfosis.






Una Pandilla Alucinante.

24 may 2008

Hablaba y hablaba...



Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.
FIN

Max Aub

Una bella película- Apollinaire

¿Sobre qué conciencia no pesa un crimen? -preguntó el barón d'Ormesan-. Por mi parte, ya no me tomo la molestia de contarlos. He cometido algunos que me produjeron dinero, y si hoy no soy millonario, debo culpar más bien a mis apetitos que a mis escrúpulos.
En 1901, en unión de unos amigos, fundé la Compañía Internacional Cinematographic, a la que para abreviar llamamos C.I.C. Nuestro propósito era producir una película de gran interés y pasarla luego en los cinematógrafos de las principales ciudades de Europa y América. Nuestro programa estaba bien trazado. Gracias a la indiscreción de uno de los domésticos, pudimos obtener una escena interesantísima que representaba al presidente de la República, en momentos en que se levantaba de la cama. Siguiendo idéntico procedimiento, también logramos la filmación del nacimiento del príncipe de Albania. En otra oportunidad, después de comprar a precio de oro la complicidad de algunos funcionarios del Sultán, pudimos fijar para siempre la impresionante tragedia del gran visir MalekPacha, quien, después de los desgarradores adioses a sus esposas e hijos, bebió, por orden de su amo y señor, el funesto café en la terraza de su residencia de Pera.



Sólo nos faltaba la representación de un crimen. Pero, desdichadamente, no es fácil conocer con anticipación la hora de un atraco y es muy raro que los criminales actúen abiertamente.
Desesperando de lograr por medios lícitos el espectáculo de un atentado, decidimos organizarlo por nuestra cuenta en una casa que alquilamos en Auteuil a esos efectos. Primeramente habíamos pensado contratar actores para un simulacro de ese crimen que nos faltaba, pero, aparte de que con ello hubiésemos engañado a nuestros futuros espectadores al ofrecerles escenas falsas, habituados como estábamos a no cinematografiar más que la realidad, no podíamos satisfacernos con un simple juego teatral por perfecto que fuera. Llegamos así a la conclusión de echar suerte, para establecer quién de entre nosotros debía juramentarse y cometer el crimen que nuestra cámara registraría. Mas ésta fue una perspectiva ingrata para todos. Después de todo, éramos una sociedad constituida por personas de bien y nadie tomaba a broma eso de perder el honor ni aun por fines comerciales.



Una noche decidimos emboscarnos en la esquina de una calle desierta, muy cerca de la villa que alquiláramos. Éramos seis y todos íbamos armados con revólveres. Pasó una pareja: un hombre y una mujer jóvenes, cuya elegancia muy rebuscada nos pareció a propósito para acondicionar los elementos más interesantes de un crimen pasional. Silenciosos, nos abalanzamos sobre la pareja y amordazándolos los condujimos a la casa. Allí los dejamos bajo el cuidado de uno de nuestro grupo, volviendo a nuestra posición. Un señor de patillas blancas vestido con traje de noche apareció en la calle; salimos a su encuentro y lo arrastramos a la casa a pesar de su resistencia. El brillo de nuestros revólveres dio razón de su coraje y de sus gritos.


Nuestro fotógrafo preparó su cámara, iluminó la sala convenientemente y se aprestó a registrar el crimen. Cuatro de los nuestros se colocaron al lado del fotógrafo apuntando con las armas a los cautivos.
La joven pareja estaba todavía desvanecida. Los desvestí con atenciones conmovedoras: despojé a la muchacha de la falda y el corsé, dejando al joven en mangas de camisa. Dirigiéndome al señor de esmoquin, le dije:
-Señor: ni mis amigos ni yo deseamos a usted ningún mal. Pero le exigimos, bajo pena de muerte, que asesine, con este puñal que arrojo a sus pies, a este hombre y a esta mujer. Ante todo, usted tratará de que vuelvan de su desmayo; tenga cuidado que no lo estrangulen. Como están desarmados, no cabe la menor duda de que usted logrará su propósito.
-Señor -repuso cortésmente el futuro asesino- no tengo más remedio que ceder ante la violencia. Usted ha tomado todas las resoluciones y no deseo en lo más mínimo modificar una decisión cuyo motivo no se me aparece claramente; voy a pedirle una gracia, sólo una: permítame cubrirme el rostro.
Nos consultamos y resolvimos que era mejor así, tanto para él como para nosotros. Coloqué sobre la cara del hombre un pañuelo en el que previamente habíamos abierto dos orificios en el lugar de los ojos, y el individuo comenzó su tarea.
Golpeó al joven en las manos. Nuestro aparato fotográfico empezó a funcionar, registrando esta lúgubre escena. Con el puñal dio unos puntazos en el brazo de su víctima. Ésta se puso rápidamente de pie, saltando, con una fuerza duplicada por el espanto, sobre la espalda de su agresor. La muchacha volvió en sí de su desvanecimiento y acudió en socorro de su amigo. Fue la primera en caer, herida en el corazón. Luego la escena se concentró en el joven, que se abatió de una herida en la garganta. El asesino hizo las cosas bien. El pañuelo que cubría su rostro no se había movido durante la lucha, y lo conservó puesto todo el tiempo que la cámara funcionó.



-¿Están ustedes conformes? -nos preguntó-. ¿Puedo ahora arreglarme un poco?
Lo felicitamos por su labor. Se lavó las manos, se peinó, cepillándose luego el traje. Inmediatamente, la cámara se detuvo.



FIN




Guillaume Apollinaire

21 may 2008

ARTE

Entrada homónima a la obra de teatro con el mismo argumento. Es un hecho real.


Centro Pompidou. París. Agosto 2007

-Mmm………….
mmm………….
mmm………….
“Nos vamos a hacer cola a la Torre Eiffel?”
-“Vale…”
Gracias Bere.

18 may 2008

Vamos a las Vegas?



Las Vegas eran unos recreativos que estaban en Asturias.

Con lo que llovía en verano, en esos tiempos en que llovía en verano en el norte, casi vivíamos allí. Era el año 1995. Al cargo de este lugar, un pseudoantro (no llegaba a la categoría de antro entero) estaba un señor con ojos pequeños y gafas, con pinta de haber sido rockero de joven, llamado Minuto. Te ríes al principio, pero luego le llamas Minu con toda naturalidad. Estaba empeñado de que yo de mayor sería cantante de un grupo heavy. Hoy en día cuando me lo cruzo por el puerto me lo recuerda riéndose.


Le traíamos frito pidiéndo Nirvana , Offspring, Metallica... pero siempre era amable, y nunca nos gritó. Ni aún cuando cogí un "permanent" y fuí pintando muñecos en las pantallas de las máquinas de videojuegos una tras otra, y Minuto detrás de mí con un limpiacristales. Entonces me planteaba por qué no me hizo tragar el rotulador, o por qué no me detuvo, pero ahora, sé que no lo hizo porque éramos su única distracción. Y es que en el fondo le adorábamos. Fue el único que nos hubiera permitido subirnos cuatro a un helicópteco de niños, pagando un duro, y subirnos significa subirnos a la hélice, al morro, etc.


En los recreativos, nos pasábamos las horas jugando a la máquina de los Simpsons, al billar, pero sobre todo, por encima de todas las cosas, al futbolín. No de estos que hay por Madrid, sino de los que tienen tres defensas, el campo está curvo y los jugadores tienen dos pies, con los que retener la bola y "atrastrar". Y no, no jugaba con rosca :P. Años más tarde amigos de mi hermana se negarían a jugar conmigo para no perder contra una enana. (Enana que luego llamarían armario de tres cuerpos, ya que tenía más fuerza en los brazos que ellos por remar)


Allí, en los bancos de madera y en la pared al lado de las ventanas verdes, pintadas calaveras, los chicos que te gustaban, buf, creo que cada rincón de ese sitio era un pedazo de mi pasado, deprimente si lo observo ahora, pero también muy divertido.


Ahora alguno de esos chicos hasta hace planes de boda, incluso alguno parece un señor por la calle, Minuto tiene el pelo blanco y sólo le veo ya cuando va cerca del faro a pescar. Las Vegas son ahora un edificio de pisos. Y yo... a veces quiero ser esa gamberra que pintaba todo. Quiero estar con sudadera y chanclas con la toalla al hombro esperando a que deje de llover para ir a la playa, mientras le mangamos algún chupachups, llamados "porras" allí, porque claro, madrileña, también hay Kojac, y otras marcas...





Monumento a Peter Gulley, australiano que introdujo el surf en Tapia de Casariego (Asturias)

http://www.youtube.com/watch?v=_jnQ73w9giY


17 may 2008

Two beers or not two beers



Hamlet.- Ser o no ser: he aquí la gran duda.
¿Cuál es más noble? ¿Presentar el pecho
de la airada fortuna a las saetas,
o tomar armas contra un mar de azares
y acabar de una vez?... Morir... Dormirse...

Nada más, y escapar en sólo un sueño
a este dolor del alma, al choque eterno
que es la herencia del alma en esta vida.

¿Hay más que apetecer?... Morir... Dormirse...¡Dormir?!...

Tal vez soñar... Ahí está el daño.
porque ¿quién sabe los horribles sueños
que pueden azorar en el sepulcro
al infeliz que se abrió camino
de entre el tumulto y confusión del mundo?

A este recelo sólo, a este ¿quién sabe?,
debe su larga vida la desgracia;
si no, ¿quién tolerara los reveses
y las burlas del tiempo? ¿La injusticia
del opresor y el ceño del soberbio?
¿Las ansias de un amor menospreciado?
¿La dilación de la justicia?... ¿El tono
e insolente desdén de los validos?
¿Los desaires que el mérito paciente
tiene que devorar... cuando una daga,
siempre a su alcance, libertarle puede
y sacarlo del afán?... ¿Quién sufriría
sobre su cuello el peso que le agobia,
gimiendo y jadeando hora tras hora,
sin ver el fin, a no ser que el recelo
de hallar que no concluye en el sepulcro
la penosa jornada... que aún se extiende
a límites incógnitos, de donde
nadie volvió jamás... confunde al alma
y hace que sufra conocidos males
por no arrojarse a los que no conoce?

Esa voz interior, esa conciencia,
nos hace ser cobardes: ella roba
a la resolución el sonrosado
color nativo, haciéndola que cobre
la enferma palidez del miramiento;
y las empresas de más gloria y lustre,
al encontrarla, tuercen la corriente
y se evaporan en proyectos vanos.

Hamlet.