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Imagen: Royo. (gracias Susana)
Sentimos el dolor, pero no la ausencia del dolor; sentimos la preocupación, pero no la ausencia de la preocupación; el miedo, pero no la seguridad. Sentimos el deseo, así como el hambre o la sed, pero apenas es satisfecho, ocurre como con el bocado que, en el momento en que es engullido, deja de existir para nuestra sensibilidad. Sentimos de corazón la ausencia de placer y alegrías, cuando éstas no se dan; del dolor en cambio no sentimos directamente la ausencia, si no lo hemos padecido desde hace bastante tiempo, y todo lo demás que recordamos es por medio de la reflexión. Solo el dolor y la ausencia en efecto pueden sentirse en sentido positivo, y así se hacen sentir por sí mismas: el bienestar al contrario, solo es negativo.Por lo que solo nos damos cuenta directamente de los grandes bienes de la vida, salud, juventud y bienestar cuando los hemos perdido: porque esos también son negaciones. De los días felices de nuestra vida nos acordamos sólo cuando ya han cedido el puesto a días infelices.