23 mar 2006

Nietzschefilia




Todo lo que es profundo ama la máscara.


Las cosas grandes exigen que se calle acerca de ellas o que se hable con grandeza, es decir, con inocencia- cínicamente.


No son pocos los que no encuentran su corazón hasta que no han perdido- su cabeza.


A una persona desgraciada que quiere consuelo es preciso, o bien mostrarle que todas las personas son desgraciadas: lo cual constituye una reparación de su honor, por cuanto se desgracia no la coloca por debajo del nivel de los demás: como había creído. O bien mostrarle que su desgracia le otorga una distinción entre los demás.



Al contraer matrimonio debes hacerte antes esta pregunta: ¿Crees que conversarías bien con esa mujer hasta la vejez? Todo lo demás en el matrimonio es transitorio, pero la mayor parte del tiempo de la vida común pertenece al diálogo.



Las personas no se avergüenzan de pensar cosas sucias, pero sí cuando se imaginan que se las cree capaces de tener esos pensamientos sucios.


Cuando la alegría de los demás nos hace daño, por ejemplo cuando nos encontramos profundamente afligidos, impedimos esa alegría. Cuando por el contrario, estamos alegres, nos resulta penoso el dolor de otros. ¿ Qué es, pues, la simpatía?



Cuando se hace una promesa, lo que la hace no es la palabra, sino lo inexpreso que se halla tras la palabra. Más aún, las palabras debilitan una promesa, por cuanto quitan y consumen una fuerza que es parte de la fuerza que hace la promesa. Daos, pues, la mano y llevad, al hacerlo, un dedo a la boca- así haréis las más seguras promesas solemnes.


Un testimonio de amor. - Alguien dijo: "Hay dos personas sobre las cuales nunca he reflexionado a fondo: es el testimonio de mi amor por ellas."


Los monos son demasiado bonachones como para que el hombre pueda descender de ellos.


"Yo he hecho eso", dice mi memoria. Yo no he puedo haber hecho eso- dice mi orgullo y permanece inflexible. Al final cede- la memoria.


No conseguiremos que la muchedumbre grite hosanna hasta que no entremos en la ciudad a lomos de un asno.


"¡Es tan cortés esa persona!"- Sí, siempre lleva consigo un dulce para el Cerbero y es tan miedosa que considera a todo el mundo, a ti y a mí, como Cerbero- ésa es su "cortesía".


El que odia o desprecia la sangre extraña no es aún un individuo, sino una especie de protoplasma humano.


Aniquilar las pasiones y apetitos meramente para prevenir su estupidez y las consecuencias desagradables que de esta se derivan es algo que hoy se nos aparece nada más que como una estupidez. Ya no admiramos a los dentistas que extraen los dientes para que no sigan doliendo...


Hablar mucho de sí mismo es también un medio de ocultarse.


Hay que poner fin al cristianismo: fue y es el mayor ultraje a la tierra y a la vida terrenal habido hasta hoy.


Toda la gente buena es débil: es buena porque no es lo bastante fuerte como para ser mala.


Hay más valor y fortaleza de carácter en detenerse, o incluso en dar media vuelta, que en proseguir. Dar media vuelta sin cobardía es más difícil que proseguir sin cobardía.



Nietzsche.
(Fragmentos Póstumos y Aforismos)

22 mar 2006

Woody Allen

Psiquiatra: ¿Por qué la besó?

Woody: Porque estabamos ahí los dos, en esa azotea, con la lluvia, los truenos y a la luz de las velas. Y todo era tan romántico que la escena pedía a gritos ser interpretada.


Escena de Maridos y Mujeres. Woody Allen

Gracias Marcos.

20 mar 2006

EL CUERVO- Ilustración de Doré

EL CUERVO- Edgar Allan Poe

Una fosca media noche, cuando en tristes reflexiones,
Sobre más de un raro infolio de olvidados cronicones
Inclinaba soñoliento la cabeza, de repente
A mi puerta oí llamar;
Como si alguien, suavemente, se pusiese con incierta
Mano tímida a tocar:"¡Es - me dije - una visita que llamando está a mi puerta:
eso es todo y nada más!".

¡Ah! Bien claro lo recuerdo: era el crudo mes del hielo,
Y su espectro cada brasa moribunda enviaba al suelo.
Cuan ansioso el nuevo día deseaba, en la lectura
Procurando en vano hallar
Tregua a la honda desventura de la muerta Leonora;
La radiante, la sin par
Virgen rara a quien Leonora los querubes llaman, ahora
Ya sin nombre... ¡nunca más!

Y el crujido triste, incierto, de las rojas colgaduras
Me aterraba, me llenaba de fantásticas pavuras,
De tal modo que el latido de mi pecho palpitante
Procurando dominar,"¡Es, sin duda, un visitante-repetía con instancia-
Que a mi alcoba quiere entrar:
Un tardío visitante a las puertas de mi estancia...,
Eso es todo, y nada más!".

Poco a poco, fuerza y bríos fue mi espíritu cobrando:
"Caballero, dije, o dama: mil perdones os demando;
Mas, el caso es que dormía, y con tanta gentileza
Me vinisteis a llamar,Y con tal delicadeza y tan tímida constancia
Os pusisteis a tocar,
Que no oí", dije, y las puertas abrí al punto de mi estancia:¡
sombras sólo y... nada más!

Mudo, trémulo, en la sombra por mirar haciendo empeños,
Quedé allí-cual antes nadie los soñó-forjando sueños;
Más profundo era el silencio, y la calma no acusaba
Ruido alguno..., resonar
Sólo un nombre se escuchaba que en voz baja a aquella hora
Yo me puse a murmurar,
Y que el eco repetía como un soplo:
¡Leonora...!Esto apenas, ¡nada más!

A mi alcoba retornando con el alma en turbulencia,
Pronto oí llamar de nuevo, esta vez con más violencia:
"De seguro -dije- es algo que se posa en mi persiana,
Pues, veamos de encontrar
La razón abierta y llana de este caso raro y serio,
Y el enigma averiguar:
¡Corazón, calma un instante, y aclaremos el misterio...:
Es el viento, y nada más!".

La ventana abrí, y con rítmico aleteo y garbo extraño,
Entró un cuervo majestuoso de la sacra edad de antaño.
Sin pararse ni un instante ni señales dar de susto,
Con aspecto señorial,Fue a posarse sobre un busto de Minerva que ornamenta
De mi puerta el cabezal;
Sobre el busto que de Pallas representa
Fue y posóse, y ¡nada más!

Trocó entonces el negro pájaro en sonrisas mi tristeza
Con su grave, torva y seria, decorosa gentileza;
Y le dije: "Aunque la cresta calva llevas, de seguro
No eres cuervo nocturnal,¡viejo, infausto cuervo oscuro vagabundo en la tiniebla...
!Dime, ¿cuál tu nombre, cuál,
En el reino plutoniano de la noche y de la niebla...?
"Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".

Asombrado quedé oyendo así hablar al avechucho,
Si bien su árida respuesta no expresaba poco o mucho;
Pues preciso es convengamos en que nunca hubo criatura
Que lograse contemplar
Ave alguna en la moldura de su puerta encaramada,
Ave o bruto reposar
Sobre efigie en la cornisa de su puerta cincelada,
Con tal nombre: "Nunca más".

Mas el cuervo fijo, inmóvil, en la grave efigie aquélla,
Sólo dijo esa palabra, cual si su alma fuese en ella
Vinculada, ni una pluma sacudía, ni un acento
Se le oía pronunciar...Dije entonces al momento:
"Ya otros antes se han marchado,
Y la aurora al despuntar,él también se irá volando cual mis sueños han volado".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".

Por respuesta tan abrupta como justa sorprendido,
"No hay ya duda alguna -dije-, lo que dice es aprendido;
Aprendido de algún amo desdichado a quien la suerte
Persiguiera sin cesar,
Persiguiera hasta la muerte, hasta el punto de, en su duelo,
Sus canciones terminar
Y el clamor de su esperanza con el triste ritornelo
De: ¡Jamás, y nunca más!".

Mas el cuervo provocando mi alma triste a la sonrisa,
Mi sillón rodé hasta el frente de ave y busto y de cornisa;
Luego, hundiéndome en la seda, fantasía y fantasía
Dime entonces a juntar,
Por saber que pretendía aquel pájaro ominoso
De un pasado inmemorial,
Aquel hosco, torvo, infausto, cuervo lúgubre y odioso
Al graznar: "¡Nunca jamás!".

Quedé aquesto investigando frente al cuervo, en honda calma,
Cuyos ojos encendidos me abrasaban pecho y alma.
Esto y más-sobre cojines reclinado-con anhelo
Me empeñaba en descifrar,
Sobre el rojo terciopelo do imprimía viva huella
Luminosa mi fanal,
Terciopelo cuya púrpura ¡ay!
Jamás volverá élla
A oprimir, ¡ah, nunca más!

Parecióme el aire, entonces, por incógnito incensario
Que un querube columpiase de mi alcoba en el santuario,
Perfumado. "¡Miserable ser-me dije-
Dios te ha oído,Y por medio angelical,
Tregua, tregua y el olvido del recuerdo de Leonora
Te ha venido hoy a brindar:
Bebe, bebe ese nepente, y así todo olvida ahora!".
Dijo el cuervo: "Nunca más".

¡Oh, Profeta-dije-o duende!, mas profeta al fin, ya seas
Ave o diablo, ya te envía la tormenta, ya te veas
Por los ábregos barrido a esta playa, desolado
Pero intrépido, a este hogar
Por los males devastado, dime, dime, te lo imploro.
¿Llegaré jamas a hallar
Algún bálsamo o consuelo para el mal que triste lloro?.
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".

"¡Oh, Profeta-dije-o diablo!
Por ese ancho, combo velo
De zafir que nos cobija, por el sumo Dios del cielo
A quien ambos adoramos, dile a esta alma dolorida,
Presa infausta del pesar,
Si jamás en otra vida la doncella arrobadora
A mi seno he de estrechar,
La alma virgen a quien llaman los arcángeles Leonora...".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".

"¡Esa voz, oh cuervo, sea la señal de la partida--grité alzándome--,
retorna, vuelve a tu hórrida guarida,
La plutónica ribera de la noche y de la bruma...!
¡De tu horrenda falsedad
En memoria, ni una pluma dejes, negra! ¡El busto deja!
¡Deja en paz mi soledad!¡Quita el pico de mi pecho! ¡De mi umbral tu forma aleja...!".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".

¡Y aun el cuervo inmóvil!, fijo, sigue fijo en la escultura,
Sobre el busto que ornamenta de mi puerta la moldura....
Y sus ojos son los ojos de un demonio que, durmiendo,
Las visiones ve del mal;Y la luz sobre él cayendo, sobre el suelo flota..., nunca
Se alzará..., nunca jamás!