27 jun 2008

¿Te cierro la puerta?

Recorrer el pasillo desde el salón hasta mi alcoba a oscuras y sola en casa era el peor momento de la noche...

Había podido estar en Asturias en una casa casi sola en medio de un valle (Merás) con la certeza de que habitaban allí lobos (apareció muerto el perro de una casa relativamente cercana por el ataque de éstos), asomada a la ventana viendo la oscuridad no absoluta gracias a la luna, y estar tranquila. En la seguridad de una casa de tres plantas (establo, piso principal y habitaciones) y mi tío abuelo abajo, no podía pasar nada. Y estaban las perras, tres sabuesas que si las soltabas se iban al monte solas a cazar, con sus zarpas se agarraban al terreno y te llevaban ellas aunque te enganchases a ellas por su correa de cadena. Podía dirigir la mirada a través de la ventana del piso superior hacia el límite con el bosque. E imaginar que a partir de esa línea podría haber de todo. Pero no me daba miedo.


Sin embargo en Madrid desconfiaba de cada ruido. No sabía a veces si el teléfono que sonaba era el mío o el del vecino. Les oía si gritaban, si ponían la música alta, gente en la calle hablando alto. En Madrid el silencio absoluto no existía. Y yo oía demasiado.


Ver una película en el salón en vez de en el cuarto de estar aprovechando que estaba sola en casa era lo normal, y si encima había alquilado en el videoclub alguna de miedo o echaban algún peliculón en la 2 de madrugada el ritual era casi obligado. Una manta, algo de beber, y algo que agarrar, cojín o peluche. Esto que recuerdo desde tan pequeña me hace pensar que he cambiado muy poco. Sigo haciendo exáctamente lo mismo.

Lo malo era el regreso, apagar las luces, y regresar a mi habitación. Si alguna puerta se hubiera cerrado en ese momento creo que hubiera gritado. Pero no, todo estaba más o menos en silencio. Entonces el pasillo ofrecía una luz extraña, proyectada desde la venta de la cocina. Miraba al suelo, una alfombra persa sobre la que se intuían a media luz extraños pero preciosos dibujos... queriendo mirar atrás. La imperiosa sensación de querer girar la cabeza, y sentir que si lo hacía daba vida a lo que me imaginación desease. ¿Por qué? ¿por qué ese miedo?



Han podido pasar más de quince años desde lo que estoy narrando, y aún me subo la sábana hasta el cuello. La vulnerabilidad del aire en mi cuello por la noche puede hacer que no duerma, y ya mi coleta no me permite dar vueltas alrededor de él para taparlo.

Los miedos en la soledad parece que nunca me abandonan. Y tras ver Rec en el cine, subir cuatro pisos sin ascensor a la una de la madrugada y tener un desván encima de mi dormitorio ya debería haberme hecho más fuerte. Pero de noche siento respeto al mirar debajo de la cama, y cierro la puerta cuando duermo aunque vivo sola.


25 jun 2008

Telecalamidad


Calamidad ambigua presenta... LUPIN !!!!!


24 jun 2008

Mitología: Tiresias



En la Antigüedad, el ser ciego era sinónimo de sabio. La explicación puede ser que cuando los ojos no pueden engañarte, la razón pesa sobre las conclusoines tomadas. Pero como ejemplo más famoso, encontramos el caso de Tiresias:

Se dice que la diosa Atenea lo dejó ciego cuando era joven cubriéndole sus ojos con sus manos cuando la sorprendió desnuda, ya que de acuerdo con las leyes del dios Cronos, la ceguera era el castigo para cualquier mortal que viese a un inmortal sin su consentimiento.
La madre de Tiresias, la ninfa Chariclo, cercana a Athenea, le pidió que le devolviera la vista pero ésta no lo consiguió.Como compensación, Athenea le concedió el poder de expresar oráculos, de entender el canto de los pájaros y de vivir una larga vida (doscientos años).

Otra versión del mito de Tiresias dice que en cierta ocasión Tiresias estaba observando a dos serpientes copulando y, cuando hirió a la hembra, se transformó en una mujer y así permaneció siete años y, cuando más tarde, volvió a ver a las mismas serpientes copulando, tras haber herido al macho, Tiresias se transformó en un hombre. Por esta razón, cuando Zeus y Hera discutían si el placer del amor era disfrutado mejor por las mujeres o por los hombres, pidieron a Tiresias, que conoció las dos partes del amor, cual era su decisión. Dijo Tiresias: "De diez partes un hombre disfruta sólo de una, mientras que una mujer disfruta de las diez partes en su corazón". Por haber dicho esto, Hera lo dejó ciego pero Zeus le concedió el poder de la profecía.
Quizás puede resultar exagerado el enfado de Hera, pero esto le daba una excusa estupenda a Zeus para que cada vez que compartía lecho con su mujer, necesitase de otros nueve con otras: Mnemosina, Leto, Démeter, Dione, Leda, Danae, Europa, Sémele, Alameda...





Muerte de Sémele. Moreau (Hera, celosa de Sémele, engañó a la joven para que pidiera a Zeus que se mostrase en su plenitud. Lo que ignoraba Sémele es que ningún mortal soporta la apoteosis del Dios. Y muere. )



Rapto de Europa. Rubens. (Europa es raptada sin que sus hermanos desde la orilla pudieran hacer nada, por un Zeus convertido en un hermoso toro blanco)


Otro que cuando se cegó conoció la verdad fue Edipo, al clavarse el alfiler de su esposa/madre en los ojos. Pero eso es otra historia...