27 ago 2008

ZANONI, o el secreto de los inmortales


A parte de sus estudios, Viola era sencilla y afectuosa, pero un tanto caprichosa; no caprichosa en su carácter, puesto que era afable y dócil, sino en su disposición de ánimo, que, como he indicado antes, pasaba de la tristeza a la alegría y viceversa, sin una causa aparente. Si es que existía alguna, sólo podía atribuirse a la temprana y misteriosa influencia que he referido ya, al tratar de explicar el efecto producido en su imaginación por aquellos extraños y arrebatadores sonidos que había oído con tanta frecuencia; pues debe saberse que aquellos que son demasiado sensibles a los efectos de la música,se ven sin cesar acosados, aun en los quehaceres más ordinarios de la vida, por tocatas y ecos que les atormentan incesantemente.




Cuando el alma ha admitido la música, ésta se convierte en una especie de espíritu que no muere nunca y que recorre día y noche todos los rincones de la memoria, pareciendo que se oye otra vez tan viva y distinta como cuando hendió los aires por primera vez.

De tanto en tanto, pues, estos sonidos vagaban por la imaginación de Viola, para hacer aparecer una sonrisa en sus labios, si eran alegres, o para nublar su semblante, si eran tristes; por eso la veía abandonar de pronto su infantil alegría y sentarse en un rincón, muda y meditabunda.

26 ago 2008