3 abr 2006

Templando la bilis negra


Los antiguos Griegos, creían que el cuerpo humano contenía cuatro líquidos básicos llamados "humores", los cuales relacionaban con los cuatro elementos (Aire, Fuego, Tierra y Agua). Estos líquidos eran: sangre (aire), bilis amarilla (fuego), bilis negra (tierra) y Flema (agua). Su balance era considerado esencial para la buena salud. Cuando alguien estaba en buen balance, lo consideraban de "buen humor".


Durante la antigüedad, la edad media y buena parte de la edad moderna, la medicina se basó en los principios galénicos de los cuatro humores o líquidos dominantes en el cuerpo. Estas teorías eran disparates empíricos, pero ocupan demasiados siglos en la historia como para no haber dejado alguna huella. Así sobreviven muchas palabras relacionadas con estos humores en el lenguaje actual. La bilis negra o "humor negro", cuando predominaba en la complexión, pensaban que producía tristeza, pesimismo, mala voluntad, por eso hoy llamamos "humor negro" a la despiadada crueldad del que se ríe de las desgracias.

En griego "negro" era mélanos y "bilis" kholé, de ahí que al dominado por esta bilis negra se le llamase melankholikós, de donde deriva "melancólico" y también en latín su equivalente era atrabilis ("atra" es "negra"), de ahí "atrabiliario". Del dominado por la bilis roja, que era sanguinario e iracundo, conservamos el adjetivo "colérico" y el sustantivo "cólera".

El humor flemático (la flema, o phlegma, eran los mocos) se creía que si se acumulaba en un punto producía una inflamación que todavía en las muelas y dientes se llama un "flemón". Estaba asociado con el comportamiento "nervioso" y por eso a los que se alteran poco aún se les llama "flemáticos". Si la mezcla de los cuatro humores daba como resultado un carácter agradable en el trato, se decía que la persona era (o estaba) de "buen humor", pero cuando de la mezcla resultante el carácter era intratable, hosco y desagradable, se decía que era (o estaba) de "mal humor".

Se pensaba que los humores eran variables ("Veremos de qué humor está Fulano hoy"). De la hipertrofia del sentido del "buen humor" hemos sacado los modernos el concepto del "humorismo" y el "humorista", pero, a lo mejor, si Cervantes resucitaba y lo oía, se creía que un humorista era una especie de endocrino.