29 sept 2011

Clavarte un tenedor mientras sonríes

VALMONT: A veces me pregunto cómo habéis conseguido inventaros a vos misma.

MERTEUIL: No he tenido otra opción; soy mujer. Y las mujeres estamos obligadas a ser más sabias que los hombres. Podéis destrozar nuestra reputación y nuestra vida con sólo unas cuantas palabras bien elegidas. Por eso he tenido que inventarme no sólo a mí misma, sino formas de escapar que nadie había imaginado. Y si lo he conseguido, es porque siempre he sabido que había nacido para dominar a vuestro sexo y vengar el mío.


VALMONT: Sí; pero yo os he preguntado cómo.

MERTEUIL: Cuando me presentaron en sociedad, tenía quince años. Y ya sabía qué papel estaba condenada a representar, el de guardar silencio y obedecer, lo que me dio la oportunidad perfecta para escuchar y observar: escuchar no lo que me decía la gente, que naturalmente carecía de interés, sino precisamente aquello que querían ocultar. Practiqué la indiferencia. Y aprendí a sonreír mientras bajo la mesa me clavaba un tenedor en el dorso de la mano. Me convertí en una virtuosa del engaño. Y no buscaba el placer, sino el conocimiento. Consulté a los más estrictos moralistas para dominar las apariencias, a filósofos para saber que pensar y a novelistas para saber hasta dónde podía llegar. Y al final lo destilé todo en un principio asombrosamente simple: vencer o morir.



Las Amistades Peligrosas


Gracias Teresa