3 feb 2006

Santiago Matamoros (un sugus al que lo lea entero jaja)

Tras el artículo anterior me dispuse a buscar el origen del significado que podía esconderse detrás de una escultura tan popular entre los españoles, conocer al que llamamos “Nuestro Patrón”…


Nos remontamos a lo siglos de ocupación árabe en la península, la “Reconquista” ya había empezado, pero media España aun estaba en otras manos. Cuenta la leyenda que al Rey Ramiro de León le exigían el pago de cien doncellas a los árabes, para apagar las sucias pretensiones del enemigo.

El Rey, temiendo por la continuidad de la situación, se negó a tal pago y reunió un ejército formado por nobles y gentes de los territorios hispanos y en Clavijo, en Logroño, tuvo lugar una feroz batalla, que derrotó las huestes del rey español. Según nos cuenta Marcio, canónigo de Compostela en el siglo XI, el Santo, Santiago el Mayor se le apareció en sueños y le dijo: “ Me vereis mañana luchar en un caballo blanco, con una bandera blanca y una gran espada reluciente en la mano” El rey a la mañana siguiente contó lo sucedido y volvieron a la batalla, y en efecto apareció el Santo y derrotaron al enemigo.


Convenía la aceptación del milagro en aquella época, y las posteriores, ya que la iglesia compostelana sacó la máxima rentabilidad política y económica al asunto. No sólo a nivel de conquistas militares, sino también como prestigio e independencia de Roma de algún modo, ya que, fraudulento (discutido en las Cortes de Cádiz) o no, no entraré en ese tema, España se jactaba de tener una iglesia fundada por un Apóstol de Cristo, y al fin y al cabo, Pedro y Santiago no eran tan diferentes en cuanto a importancia.
A lo largo de la sucesión de los monarcas españoles, se ha ido dando importancia al mito, a la figura del Apóstol, y a su Orden, otorgándole privilegios a cambio de beneficios económicos.


Ante todo, es una característica de casi todas las culturas el representar la lucha entre el bien y el mal. Tenemos todo tipo de antecedentes al respecto, por ejemplo en el Keramicos de Atenas (350 a.C.), un joven guerrero armado par el combate a caballo, en acto de atacar a un enemigo. También en el llamado “sarcófago de Alejandro Magno” del siglo IV a. C. hallada en Sidón. Una moneda de Caracalla (188-217) nos muestra un vencido bajo los pies de un caballo.


Existe una diferencia entre el caballero victorioso y el caballero luchador. El victorioso es más fácil de representar escultóricamente, ya que apoya tres patas al menos en el suelo. Sin embargo, la posición tomada por el caballo en la del luchador es la llamada “en corbeta”, con dos patas en el suelo, aunque la disposición del enemigo a los pies del caballo bien hacía de soporte.


La espada es de importancia suprema en la iconografía del Matamoros, nunca falta en este tipo de imágenes. La Orden de Santiago se llama también “de la Espada”, eran llamados frates de spata. Además Santiago el Mayor es reconocido iconográficamente de por si por la espada, símbolo de su martirio al ser decapitado.


La espada según la Orden de los Caballeros de Santiago, a su vez sus partes contenían un significado vital, el pomo simbolizando la Fortaleza, el puño la Prudencia, el aliger la Templanza y la cuchilla de Justicia, las Virtudes repartidas en un arma. “Justicia con espada y balanza”
Además existe la tradición de representar a nuestros gobernantes con la espada en la mano, identificándose con Salomón y su Justicia, según el Profesor Isidro Bango de la Universidad Autónoma de Madrid.


El caballo era blanco, como cuenta la crónica: “videbitis me constantes in equo albo”. La leyenda del Apóstol originada en el siglo XII no tenía mas remedio que sentarlo sobre un caballo, ya que era un individuo capaz de someter los impulsos primarios del animal en beneficio del pueblo al que pretende proteger. Un héroe medieval no podía ir a pie. Era blanco, color al que se le atribuyen desde siempre cualidades excepcionales, como divinas. La inmortalidad se representa como una mujer vestida de blanco, con unos resplandecientes rayos que le salían de la cabeza, como aparecía en el triunfo imperial erigido a Carlos V en Valladolid


Por último, analizaremos la figura derrotada por el Santo, “los moros”. Por la inseguridad de los cristianos, se hacía necesario repetir de vez en cuando la imagen consoladora de los moros aplastados por el caballo blanco y heridos y muertos por la espada de Santiago. Era una época en la que sólo tenían la Fe en su Dios y en sus reyes para sentirse seguros, sobre todo en las zonas fronterizas.
La manera más deshonrosa de representarlos era entre las patas del caballo, como se representaba de manera más o menos cómica a manera de escarnio público con algunos personajes que habían cometido algún delito.

Además, los rostros representado muestran faces espeluznantes o cuanto menos desagradables, efecto buscado de hecho, ya que se pensaba que la belleza física era expresión de belleza del alma, o en otras palabras, “la cara es el espejo del alma”, pensamiento neoplatónico.


Cabriñana en su monografía sobre Santiago nos muestra una figura que a él, a mí, y a quien lo lea le dará que pensar. Es la figura de MAHDI, personaje que pertenece a la tradición musulmana, joven guerrero que , antes del día del fin del mundo vendrá en su caballo blanco, blandiendo una gran espada en la mano derecha, para separar los malos de los buenos y encaminar éstos al paraíso.

Esta leyenda ha calado en las clases populares del Norte de África, incluso en zonas rurales circulan estampas, tapices y pequeñas elementales esculturas de piedra que nos muestran al guerrero del caballo blanco, dispuesto a defender a los creyentes con su larga espada.





Hoy en día, sin entrar más en temas religiosos, se sabe que Santiago no está en Galicia enterrado, y que puede parecer ofensivo el simple nombre del Matamoros, sin embargo forma parte de nuestro pasado, de cómo hemos sido y obrado, sirva ahora para rectificar o para reflexionar.


No por ello creo que se deba intentar borrar la huella de nuestra historia a la manera que hicieron los egipcios con Amarna y Ajenatón, o con la escultura de Franco, es más, como bien dijo Jesusa Vega, profesora de Conservación de Bienes Culturales de la Universidad Autónoma de Madrid: "deberíamos dejar a la estatua de la diosa Cibeles sin un brazo, para que conste en un futuro lo que hemos permitido".




Bibliografía:

Cabriñana Ciézar, Nicolás: Santiago Matamoros, historia e imagen. Colección Monografías, 14. Ed. Servicio de publicaciones de la Diputación de Málaga.

Esteban Llorente, Juan F.: Tratado de iconografía. Ed. Istmo 2002
Máiz Eleizgui, Luis: La devoción del Apóstol Santiago en España y el Arte Jacobeo en España. Edición del Arzobispado de Compostela. Santiago de Compostela, 1944.

www. webislam. com

2 comentarios:

Calamidad Ambigua dijo...

Muchas gracias por el comentario. En otra ocasión no te preocupes por tu subjetividad, me alegraría incluso crear una especie de debate, ya que respeto cualquier opinión sobre el tema, mientras se respete mi respuesta, por supuesto.

Anónimo dijo...

A mi creo que me debes una bolsita entera de sugus ;) Sigo leyendo...