29 ene 2006

El derecho de pernada vive

A lo largo de la Edad Media convivieron los valores impuestos por la cristiandad con costumbres que hoy nos parecen aberrantes y que, probablemente, derivaban de antiguos ritos ancestrales. Uno de ellos, el derecho de pernada, consistía en que, en las bodas de los siervos, el amo podía acostarse con la novia antes que el marido. Ello escondía, además de la plena posesión del siervo y su entorno por parte del amo, antiguos ritos de fertilidad, puesto que se suponía que el poderoso generaba la riqueza y, por entonces, un hijo era un potencial elemento de producción y, por tanto, de prosperidad. En cualquier caso, el derecho podía quedar sin efecto si se pagaba al señor una elevada suma de dinero.

El adulterio, , el divorcio, la masturbación, el incesto, la violación y la castración eran severamente castigados por cuanto atentaban contra la existencia de prole o la legitimidad de ésta. La razón estribaba en la preocupación propia de la época por el crecimiento demográfico.


Esta inquietud queda plenamente definida entre los pueblos germánicos al observar diferentes multas con que se castiagaba el asesinato de una mujer. Si ésta era niña o menopáusica, se pagaban doscientos sueldos, pero si tenía la edad de procrear la multa ascendía a seiscientos sueldos; a setecientos, si estaba embarazada, y a 1.300 si, tras el crimen, se comprobaba que el nonato era varón.




Lo lamentable de este asunto es que hoy encontramos esto:


http://www.rebelion.org/ddhh/060303ramy.htm

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