VIVE- Anne Sexton

 


Vive o muere pero no envenenes cada cosa… 


Bien, la muerte ha estado aquí

por un buen tiempo –

esto tiene un infierno que ver

con el infierno y la sospecha del ojo

y los objetos religiosos

y cómo los lloré

cuando los hicieron obscenos

mis garabatos de corazón enano. 

El ingrediente mayor 

es la mutilación.

Y fango, día tras día,

fango y ritual

y el bebé en el plato,

cocido pero todavía humano,

cocido también con pequeños gusanos,

cosidos sobre él tal vez por una madre,

¡perra maldita!


A pesar de eso,

seguí adelante sin duda,

una especie de punto de vista humano,

arrastrándome a mí misma como si

yo fuera un cuerpo aserrado

en el baúl, el baúl de viaje marítimo.

Eso se volvió un perjurio del alma.

Se volvió una mentira de una vez

y aunque vestí el cuerpo

siempre estaba desnudo, siempre asesinado.

Ya fue capturado

la primera vez al nacer,

como un pez.

Pero lo representé, lo atavié,

lo atavié como a un muñeco de alguien.

¿La vida es algo que se representa?

¿Y de lo que todo el tiempo se quiere uno librar?

Además cada uno te grita:

Cállate. No es de extrañar.

A la gente no le gusta que le digas

que te va mal

y tener que ver entonces

cómo

enfermas con esa carga.


Hoy se abrió la vida dentro de mí como un huevo

y allí dentro

después de excavar a fondo

encontré la respuesta.

¡Qué suerte!

Salía el sol,

su yema se movía febril,

dejando caer su premio –.

¡Y tú te das cuenta de que lo hace diariamente!

Ya me di cuenta de que era purificador

pero no había pensado

que era sólido,

no conocía que era una respuesta.

¡Dios! Es un sueño:

los amantes brotan en el jardín

como tallos de apio

y mejor,

un marido recto como una secuoya,

dos hijas, dos erizos de mar,

cortan rosas en el pelo erizado de mi nuca.

Si salgo ardiendo bailan a mi alrededor

y cocinan malvaviscos.

Y si soy hielo

simplemente patinan hacia mí

en trajes cortos de ballet.


Aquí,

desde el principio,

pensando que yo era una asesina,

ungiéndome diariamente con mis preciosos venenos.

Pero no.

Yo soy una emperatriz.

Llevo un delantal.

Mi máquina de escribir escribe.

No está rota como advirtieron.

Incluso loca soy tan bella

como una barra de chocolate.

Incluso con gimnasia de brujas

confían en mi ciudad incalculable,

en mi cama corruptible.


Oh mis queridos tres,

doy una respuesta suave.

La bruja llega

y la pintáis de color de rosa.

Vengo con besos en mi capucha

y el sol, el listo,

que se derrama en mis brazos.

Por eso digo Vive 

y gira mi sombra tres veces en círculo,

para alimentar a nuestros cachorros cuando lleguen,

los ocho dálmatas que no ahogamos,

a pesar de las advertencias: ¡Aborto! ¡Destrucción!

A pesar de los cubos de agua preparados

para ahogarlos, hundirlos como piedras,

vinieron cada uno con la cabeza adelante,

soplando pompas del color azul de las cataratas

y tanteando las pequeñas tetas.

Solo la última semana, ocho dálmatas,

de ¾ de libra de peso se alinearon como leños

cada uno

como un

abedul.

Prometo que si vienen más también los querré,

porque a pesar de la crueldad

y los vagones repletos para los hornos,

no soy yo lo que esperaba. No una Eichmann.

Simplemente el veneno no tuvo efecto.

Por eso no estaré dando vueltas en mi bata de hospital,

repitiendo la Misa Negra y todo eso.

Digo Vive, Vive por el sol,

el sueño, el regalo excitante.





Anne Sexton

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