Poesías de Safo
Se han sumergido la luna y las Pléyades,
medianoche, pasan las horas ,y yo, duermo sola.
Sola, en alta rama, enrojece
una dulce manzana, alto, en lo más alto,
inadvertida a los recolectores.
No, no inadvertida, es que no pudieron alcanzarla.
De nuevo, el relajante Amor me perturba.
Rastrero, incombatible, dulceamargo.
Para ti, Atis, es odioso preocuparte por mi,
y revoloteas hacia Andrómeda.
Me parece que igual a los dioses es aquel joven que frente a ti se sienta y escucha de cerca mientras amable conversas.
Y sonríes seductora. Sí, esto aterra mi corazón dentro del pecho,
pues tan pronto te miro un instante,
como ya me es imposible decir una palabra,
pues mi lengua desfallece;
en seguida,un fuego sutil irrumpe bajo mi piel,
nada veo con mis ojos, zumban mis oídos,
se me esparce el sudor, un escalofrío me apresa toda,
estoy más pálida que la hierba
y me parece que falta poco para morir.
Pero todo hay que soportarlo, pues esto es así.
Amor: zarandea mis sentidos,
como el viento en la montaña acomete a las encinas.
Tengo una linda niña,
con la hermosura de las flores de oro.
Cleide, mi encanto.Por ella yo daría.
No llores, Cleide:donde se honra a las musas no se permiten trenos,
en nuestra casa no sientan bien.
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