15 may 2008

A sangre fría. Truman Capote

(Spoiler inside)


" Y bueno, qué tiene de malo la pena de muerte? Yo no estoy en contra. Se trata de una vengaza, ¿y es que tiene algo de malo la venganza? Es muy importante. Si yo fuera pariente de los Clutter o de cualquiera de aquellos de York y Latham despacharon, no podría descansar en paz hasta ver a los responsables columpiándose en la horca. Esa gente que escribe cartas a los periódicos. El otro día en un diaro de Topeka había dos, una de un ministro. Preguntando en resumen qué clase de farsa legal era ésta, por qué esos hijos de mala madre de Hickock y Smith tienen aún el cuello entero y se setán comiendo los dineros del contribuyente. Bueno, comprendo su punto de vista. Que están que rabian porque no consiguen lo que quieren: venganza. Y no lo van a conseguir si yo puedo impedirlo. Yo creo en la horca. Mientras no sea a mí a quien cuelguen."


Pero después lo fue.






[...]"La repentina lluvia tamborileaba en el tejado del alamacén. Su ruido, no demasiado distinto del ram-ram-ra-ta-plam de los tambores, anunció la llegada de Hickock. Acompañado de seis guardias y un capellán que rezaba, entró en el mortal lugar, esposado y con una especie de arnés de cuero negro que le ataba los brazos al torso. Al pie de la horca, el alcaide leyó la orden oficial de ejeución, un documento de dos páginas. A medida que el alacide leía, los ojos de Hickock, debilitados por medio decienio de celda, escudriñaron el peuqño auditorio y, no viendo lo que buscaban le preguntó al guardián que tenía más cerca, en un susurro, si no había ningún miembro de la familia Clutter presente. Al contestarle que no, el prisionero pareción contrariado, como si pensara que el portocolo de aquel ritual de venganza, no fuera observado debidamente, como era de rigor.

Como es costumbre, el alcaide, termianda la lectura le preguntó al condenado si quería hacer su postrera declaración. Hickock asintió con la cabeza:
- Sólo quiero decir que no os guardo rencor. Me enviáis a un mundo mejor de lo que éste fue para mí.
A continuación, como para dar más énfasis a sus palabras, les dio la mano a los cuatro hombres principalmente responsables de su captura y condena, los cuales, todo, habían pedido presenciar la ejecución. [...]
- Un placer volver a verles- dijo con su más encantadora sonrisa.
Era como saludar a los invitados a su propio funeral.
El verdugo tosió, se quitó con impaciencia su sombrero de cowboy y s elo volvió a poner, gesto que recordaba en cierto modo una gallina que erizase las plumas del cuello y las volviera a bajar. Hickock, empujado suavemente por un asistente, subió los escalones del patíbulo.
- El señor nos la da, el Señor nos la quita. Loado sea el nombre del Señor- entonó el capellán mientras arreciaba la lluvia, el lazo era colocado y una venda negra atada alrededor de la cabeza del preso, tapándole los ojos-. Que el Señor tenga piedad de tu alma.
El escotillón cayó y hickock quedó colgado durante veinte minutos enteros, hasta que al fin el doctor dijo:


- Declaro que este hombre ha muerto.




4 comentarios:

Dídac dijo...

Si Beccaria levantase la cabeza...

Calamidad Ambigua dijo...

Ahí! que se vea que no tas todo el tiempo en la cafetería! yo si lo estaba, así que pongo el link:

Beccaria

Möbius el Crononauta dijo...

Uno de esos libros obligados que aún no he leído... shame on me! A ver si un día le pongo remedio.

Saludos!

Letichan dijo...

Lo cierto es que me impresionó mucho "A Sangre Fría". Es un libro que siempre recomendaré.