Dídac, Cuentacuentos



El Desescritor



Escribía mucho, durante horas, todos los días. Pero sobre todo, desescribía.


En su mesa de la esquina de la biblioteca, su bolígrafo recorría hoja tras hoja, elaborando complicadas tramas y diversos personajes con letras muy junta, como si un montón de ideas tratasen de ponerse en formación empujándose unas a otras. Hasta que, en un determinado instante, se quedaba quieto. Recogía entonces sus hojas, desperdigadas por toda mesa, y las leía, moviendo los labios, para sí mismo.


Y en un arranque de ira, rasgaba todo lo que había escrito. Catedrales de cristal construidas en minutos se desmoronaban ante el inexorable crítico de la furia. En un par de ocasiones le ví traer una carpeta, y desescribir algo que no había escrito ante mí. Incluso una vez llegó a coger uno de los libros de la estantería para arrancarle las páginas.


Hoy no. Hoy ni ha escrito, ni ha desescrito. Se ha sentado en su mesa y se ha pasado mirando al infinito todo el tiempo. Y tras pasarse lo que han podido ser horas mirando más allá de donde mi vista podía seguirlo, ha tomado su boli y ha escrito una única frase en la parte superior de la hoja. Luego ha alzado su obra maestra para contemplarla, y ha sonreído satisfecho.


Fue en un momento en el que se descuidó cuando yo pude leer la frase:


En la ribera de Dwat, los sueños recogen rosas con las manos desnudas, y lo demás no va a importar.

Dídac






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Comentarios

Calamidad Ambigua ha dicho que…
Imagen: http://www.suckatlife.com/
Dídac ha dicho que…
Me estoy aguantando para no dejar caer la lagrimita de emoción...

Excelente selección de imagen para el relatillo.
Calamidad Ambigua ha dicho que…
Te lo merecías...Gracias.

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