21 jul 2007

LORCA

De este modo se justifica al principio de su libro de poemas...



Palabras de justificación.


Ofrezco en este libro, todo ardor juvenil y tortura, y ambición sin medida, la imagen exacta de mis días de adolescencia y juventud, esos días que enlazan el instante de hoy con mi misma infancia reciente.
En estas páginas desordenadas va el reflejo fiel de mi corazón y de mi espíritu, teñido del matiz que le prestara, al poseerlo, la vida palpitante en torno recién nacida para mi mirada.
Se hermana el nacimiento de cada una de estas poesías que tienes en tus manos, lector, al propio nacer de un brote nuevo del árbol músico de mi vida en flor. Ruindad fuera el menospreciar esta obra que tan enlazada está a mi propia vida.
Sobre su incorrección, sobre su limitación segura, tendrá este libro la virtud, entre otras muchas que yo advierto, de recordarme en todo instante mi infancia apasionada correteando desnuda por las praderas de una vega sobre un fondo de serranía.




Un poema, de 1920, titulado DESEO:


Sólo tu corazón caliente, y nada más.


Mi paraíso un campo sin ruiseñor ni liras,

con un río discreto y una fuentecilla.


Sin la espuela del viento sobre la fronda,

ni la estrella que quiere ser hoja.


Una enorme luz que fuera luciérnaga de otra,

en un campo de miradas rotas.


Un reposo claro y allí nuestros besos,

lunares sonoros del eco, se abrirían muy lejos.


Y tu corazón caliente, nada más.
Rodin



4 comentarios:

Dídac dijo...

Reconozco que Lorca, de la misma forma que Cernuda, nunca han sido santos de mi devoción.

Pero hasta los santos que no adoras hacen milagros, de vez en cuando.

Calamidad Ambigua dijo...

Yerma, Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba son libros apasionantes. No hablo del Poeta en Nueva York, sino de un autor que sabe cómo siente una mujer, y no creo que tenga nada que ver con su conocida homosexualidad, sino con una empatía parecida a la que tiene un artista al pintar/esculpir un retrato, captando su esencia.

Dídac dijo...

Quizás ese sea, a partes iguales, la mayor virtud y defecto de Lorca. El hecho de empatizar tanto con el sexo femenino hace que, desde el punto de vista de los hombres, sus obras de teatro pierdan atractivo para mí. La Casa de Bernarda Alba es un dramón de llorar y no parar, costumbrista y crítico, una lectura estupenda, pero no iría jamás a verla a un teatro.

Supongo que, quizás lejanamente, Almodóvar comparta ese rasgo, y por eso tampoco me atraen tanto sus peliculas.

Calamidad Ambigua dijo...

Las historias de Almodovar son las que yo llamo "de rancio abolengo", de esa España profunda que uno no sabe si se ríe o llora por la desgracia española cuando se ven. A veces sientan bien, como unas migas extremeñas (nunca mejor dicho)...son para cuando uno tiene ganas y estómago para ellas.

Un beso