La mano que mece la cuna


¡Bendición a la mano de la mujer! Los ángeles custodian su fuerza y gracia; ¡en la cabaña, el palacio, la choza! ¡Oh, no importa dónde esté! Ojalá nunca la asaltaran tormentas; que los arcoíris siempre se curvaran suavemente; porque la mano que mece la cuna es la mano que gobierna el mundo.

La infancia es la tierna fuente; el poder puede fluir con la belleza, las madres son las primeras en guiar el arroyuelo, de ellas crecen almas inquietas. Creciendo para bien o para mal, la luz del sol fluyó o la oscuridad arrojó; porque la mano que mece la cuna es la mano que gobierna el mundo.

Mujeres, cuán divina es vuestra misión aquí en nuestro suelo natal; ¡mantened, oh, mantened el joven corazón abierto siempre al aliento de Dios! Todos los verdaderos trofeos de los siglos están impregnados del amor maternal; porque la mano que mece la cuna es la mano que gobierna el mundo

¡Bendiciones en la mano de las mujeres! Padres, hijos e hijas claman, y el canto sagrado se mezcla con la adoración del cielo; se mezcla donde ninguna tempestad oscurece, ¡los arcoíris se encrespan para siempre! Porque la mano que mece la cuna es la mano que gobierna el mundo. 



William Ross Wallace poeta (1819 – May 5, 1881)

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