¡Oh Zeus! ¿por qué, pues, sacaste a la luz del sol a las mujeres, una calamidad ambigua para los hombres? (Eurípides,Hipólito, vv. 616-617)
Me apresuré a decir
como primer saludo.
Tú, tendiendo la mano,
comenzabas el día
como si lo inicial fuera distinto.
La fachada de enfrente
y algún rayo de sol
alegran la costumbre.
El tiempo se detiene.
Estaba él y no faltaba nada.
Dionisia García
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