Arthur Rimbaud. Poesías y otros textos
En el comedor oscuro, perfumado por
un olor a barniz y a frutas, a mis anchas
escogí un plato de no sé qué comida
belga y me despatarré en mi inmensa silla.
Mientras comía escuchaba el reloj, feliz y calmo.
La cocina se abrió con una bocanada de aire,
y vino la moza, no sé por qué,
con la pañoleta medio deshecha, pícaramente puesta
y, paseando su dedito tembloroso por la mejilla,
terciopelo de melocotón rosa y blanco,
haciendo, con su boca infantil una mueca,
se puso a arreglar los platos, junto a mí, para
un olor a barniz y a frutas, a mis anchas
escogí un plato de no sé qué comida
belga y me despatarré en mi inmensa silla.
Mientras comía escuchaba el reloj, feliz y calmo.
La cocina se abrió con una bocanada de aire,
y vino la moza, no sé por qué,
con la pañoleta medio deshecha, pícaramente puesta
y, paseando su dedito tembloroso por la mejilla,
terciopelo de melocotón rosa y blanco,
haciendo, con su boca infantil una mueca,
se puso a arreglar los platos, junto a mí, para
complacerme.
Después dijo- claro está, para obtener un beso-
muy suave: "Jó, he cogido un frío en la mejilla..."
Charleroi, octubre, 1870.
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